Los Hongos
Suculentas, carnosas, vistosas y fragantes, las setas adoptan
morfologías tan sorprendentes para atraer a un sinfín de animales que, al
ingerirlas, diseminan sus esporas a través de las heces. Sin embargo, es la
parte menos visible del hongo, el micelio o cuerpo vegetativo, la que resulta
más asombrosa. Compuesto por un conjunto de filamentos llamados hifas que
desarrollan funciones alimentarias, respiratorias y reproductivas, el micelio
es una enmarañada red que se extiende sobre y bajo la superficie terrestre,
entretejiéndose hasta formar organismos de dimensiones colosales: en las Blue
Mountains de Oregón, en el noroeste de Estados Unidos, existe una finísima
alfombra de micelio de la especie Armillaria
ostoyae que, con un grosor unicelular y 965 hectáreas de
extensión, lleva más de 2.200 años perdurando. Esta estera biológica,
considerada el organismo terrestre más grande que existe, inspiró al micólogo
Paul Stamets a afirmar que el micelio es algo así como el internet natural de
la Tierra. Para Stamets, el micelio es un símil de una red neurológica por la
que la comunidad de hongos canaliza nutrientes e información.
reino de los hongos, uno de los más diversos
del planeta, está en gran parte por descubrir. No se sabe cuántas especies hay;
hasta hace muy poco constaban descritas unas 100.000, pero sin duda hay una
infinidad más. En ello están trabajando micólogos de todo el mundo, en especial
los del Consorcio de Macroecología de Hongos. Tras analizar muestras de suelo
procedentes de 365 puntos distintos del planeta y con el fin de profundizar en
la diversidad de los hongos, recientemente han publicado los resultados de un
estudio encabezado por Leho Tedersoo, del Instituto de Ecología y Ciencias de
la Tierra de Tartu, Estonia, en el que han participado 58 científicos de 36
universidades y centros de investigación de 24 países distintos. Un trabajo sin
precedentes financiado principalmente por la UE y la Fundación de Ciencia de
Estonia gracias al cual se han podido describir 80.486 especies nuevas.
«Todavía no estamos en disposición de determinar cuál es el grado de riqueza
fúngica existente, no tenemos ni idea de cuántas especies hay –explica
Tedersoo–. Además de los hongos del suelo, están los que viven en los árboles,
sobre las hojas de las plantas o en la superficie del agua, y estos últimos
apenas han sido estudiados. La tarea acaba de empezar y eso es lo que afrontaremos
en el futuro, para lo que nos resultará muy útil la metagenómica, que es el
estudio de un conjunto de genomas, en nuestro caso edáficos (del suelo), a
partir de la recolección de muestras.»
Sin duda se descubrirán nuevos hongos con capacidades asombrosas que podrán sernos de gran utilidad. Como dice Stamets, los necesitamos tanto para crear nuevos antibióticos como para descontaminar suelos y aguas, eliminar plagas, neutralizar neurotoxinas e incluso generar etanol a partir de la celulosa de los micelios. Infinitas y variadas razones para que, la próxima vez que vayamos al bosque, brindemos a los habitantes de este reino la debida consideración.
Sin duda se descubrirán nuevos hongos con capacidades asombrosas que podrán sernos de gran utilidad. Como dice Stamets, los necesitamos tanto para crear nuevos antibióticos como para descontaminar suelos y aguas, eliminar plagas, neutralizar neurotoxinas e incluso generar etanol a partir de la celulosa de los micelios. Infinitas y variadas razones para que, la próxima vez que vayamos al bosque, brindemos a los habitantes de este reino la debida consideración.
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