La inteligencia de los delfines.
Los delfines son extraordinariamente locuaces. No solo emiten silbidos y chasquidos, sino también series de sonidos fuertes de banda ancha: ráfagas de sonidos pulsátiles para instruir a sus crías y ahuyentar a los tiburones. La ciencia siempre se ha preguntado qué significan todos esos sonidos, si es que significan algo. Lo lógico sería pensar que un animal de cerebro grande y naturaleza extremadamente social no desperdiciaría tanta energía en generar ruidos bajo las olas a no ser que esas vocalizaciones encierren algún tipo de contenido con significado. Pero después de 50 años de estudios, nadie ha logrado identificar las unidades básicas de vocalización de los delfines ni sus mecanismos de combinación.
«Si consiguiéramos identificar una pauta que vincule vocalización y conducta, estaríamos ante un logro mayúsculo», afirma Kuczaj, quien a sus 64 años es prácticamente el científico del ramo que más artículos ha publicado sobre la cognición de los delfines. Cree que el trabajo que lleva a cabo en el RIMS con los delfines sincronizados podría ser la piedra de Rosetta que permitiría descifrar la comunicación de estos mamíferos, aunque añade: «La sofisticación de los delfines los hace fascinantes, pero también tremendamente difíciles de estudiar».
A pesar de todo lo anterior, no existen pruebas concluyentes de que los delfines posean algún tipo de lenguaje, y algunos científicos se confiesan exasperados ante una búsqueda tan perseverante como quijotesca. «Tampoco está demostrado que los delfines no puedan viajar en el tiempo, doblar cucharas con la mente y lanzar rayos láser por los espiráculos –escribe Justin Gregg, autor de Are Dolphins Really Smart? The Mammal Behind the Myth (¿Tan listos son los delfines? El mamífero del mito)–. Quienes postulan que los delfines tienen un idioma propio se prevalen de la omnipresente advertencia científica de que “hay mucho que no sabemos” para colarnos sus tesis.»
Pero donde Gregg ve 50 años de fracasos, Kuczaj y otros investigadores de renombre identifican una preponderancia de pruebas circunstanciales en las que se basan para creer que simplemente no se ha sabido estudiar el problema como es debido, con las herramientas adecuadas. Hasta hace unos diez años no existían audiograbadoras subacuáticas de alta frecuencia como las que utiliza Kuczaj para captar el espectro completo de las vocalizaciones que emiten los delfines, de igual modo que hasta hace un par de años no llegaron los nuevos algoritmos de extracción de datos que permiten hacer un análisis cabal de esos sonidos. En resumidas cuentas, la vocalización de los delfines es o uno de los grandes misterios por resolver de la ciencia o una de sus mayores quimeras.
Fuente: http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/ng_magazine/reportajes/10156/inteligencia_los_delfines.html?_page=2
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