domingo, 17 de enero de 2016

Agujero negro



Un hoyo negro es uno de los objetos más extraños en el espacio. Es un área en el espacio donde la gravedad es tan fuerte que incluso la luz no puede escapar de él. Como la luz no puede escapar de un hoyo negro, éste aparece negro. La luz puede viajar más rápido que cualquier cosa que conozcamos, a una velocidad de 186,000 millas (300,000 kilómetros) por segundo. Si la luz no puede escapar de un hoyo negro, nada más que conozcamos puede. Un hoyo negro no es realmente un hoyo y no está vacío. Está lleno con una gran cantidad de material comprimido en un espacio extremadamente pequeño. Esto es lo que le da a un hoyo negro su gravedad tan fuerte. El término "hoyo negro" es usado porque estos objetos se observan como hoyos negros en el espacio Ð ya que ellos no irradian luz. En ese lugar, la gravedad tiene tanta fuerza porque la materia se encuentra comprimida en un espacio muy pequeño y el mismo se forma cuando muere una estrella.
Como la luz no puede escapar de allí, no se trata de algo observable, o sea, los agujeros negros no pueden verse. Aunque con telescopios espaciales muy sofisticados, hoy podemos conocer su ubicación y cómo es que las estrellas que están muy cerca de donde se encuentran los agujeros negros actúan de forma diferente al resto de las estrellas
De acuerdo a lo que señala la NASA, los agujeros negros pueden ser grandes o pequeños. Los científicos creen que un agujero negro puede ser tan pequeño como un átomo y que a pesar de que su tamaño sea tan diminuto, pueden llegar a tener la misma masa que una montaña enorme, siendo la masa la cantidad de materia que tiene un objeto.
Por otro lado, cuando es de grandes dimensiones, un agujero negro puede ser tan grande como 20 Soles. Los de este tipo son los llamados agujeros negros estelares. También existen agujeros negros aún más grandes: los agujeros negros supermasivos. El tamaño de estos gigantes oscuros equivale a la increíble suma de más de 1 millón de veces el tamaño del Sol.

Los científicos han encontrado evidencia suficiente como para señalar que en cada gran galaxia existe al menos un agujero negro supermasivo y en el mismísimo centro. Al que existe en la Vía Láctea se lo conoce como Sagitario A, su tamaño equivale a 4 millones de veces el del tamaño del Sol y dentro de él cabrían varios millones de planetas Tierra.

viernes, 26 de junio de 2015

El viaje espacial


El viaje espacial


Un viaje espacial es el que realiza cualquier nave que abandone la atmósfera terrestre. La ciencia e ingeniería de los viajes espaciales, tripulados o no se llama astronáutica.
La exploración del espacio o astronáutica es una ciencia interdisciplinaria que se apoya en conocimientos de otros campos, como física, astronomía, matemáticas, química, biología, medicina, electrónica y meteorología.
La ciencia que permite un viaje espacial también es conocida como cosmonáutica, ya que se realiza en el cosmos. El término astronáutica ha sido más utilizada en occidente, de ahí que los tripulantes de naves espaciales occidentales sean conocidos como astronautas, mientras que en la antigua URSS eran conocidos como cosmonautas, o viejeros del cosmos.

El cielo siempre ha atraído la atención y los sueños del ser humano. Ya en 1634 se publicó la que se considera primera novela de ciencia ficción, Somnium, de Johannes Kepler, que narra un hipotético viaje a la Luna. Más tarde, en 1865, en una famosa obra de ficción titulada "De la Tierra a la Luna", Julio Verne escribe sobre un grupo de hombres que viajó hasta la Luna usando un gigantesco cañón. En Francia, Georges Méliès, uno de los pioneros del cine, tomaba la novela de Verne para crear "Le voyage dans la Lune" (1902), una de las primeras películas de ciencia ficción en la que describía un increíble viaje a la Luna. En obras como "La guerra de los mundos" (1898) y "The First Men in The Moon" (1901), H.G.Wells también se concibieron ideas de exploración del espacio y de contacto con civilizaciones extraterrestres.


Todas estas ideas que surgieron aportaron para que se impulsara este proyecto que en esa época parecía muy lejano, sin embargo el Ser humano ha luchado por cumplir este sueño tan grande.

En el mundo existen las grandes potencias que se disputan entre sí el poder, y al presentarse esta nueva idea, lo vieron como una gran manera de demostrar su dominio, así empieza la Carrera Espacial que representa la gran competición entre Los Estados Unidos y la Unión Soviética por demostrar quien tiene más poder.
Esto llevó a que se realizaran grandes avances como enviar seres vivos como animales o plantas al espacio y luego a los mismos seres humanos quienes siguen desarrollándose en este ámbito y siguen persiguiendo ese sueño de dominar el viaje espacial.

Complementos:

Google docs. 


Prezi



martes, 23 de junio de 2015

Naturaleza



Los Hongos

Suculentas, carnosas, vistosas y fragantes, las setas adoptan morfologías tan sorprendentes para atraer a un sinfín de animales que, al ingerirlas, diseminan sus esporas a través de las heces. Sin embargo, es la parte menos visible del hongo, el micelio o cuerpo vegetativo, la que resulta más asombrosa. Compuesto por un conjunto de filamentos llamados hifas que desarrollan funciones alimentarias, respiratorias y reproductivas, el micelio es una enmarañada red que se extiende sobre y bajo la superficie terrestre, entretejiéndose hasta formar organismos de dimensiones colosales: en las Blue Mountains de Oregón, en el noroeste de Estados Unidos, existe una finísima alfombra de micelio de la especie Armillaria ostoyae que, con un grosor unicelular y 965 hectáreas de extensión, lleva más de 2.200 años perdurando. Esta estera biológica, considerada el organismo terrestre más grande que existe, inspiró al micólogo Paul Stamets a afirmar que el micelio es algo así como el internet natural de la Tierra. Para Stamets, el micelio es un símil de una red neurológica por la que la comunidad de hongos canaliza nutrientes e información.


 reino de los hongos, uno de los más diversos del planeta, está en gran parte por descubrir. No se sabe cuántas especies hay; hasta hace muy poco constaban descritas unas 100.000, pero sin duda hay una infinidad más. En ello están trabajando micólogos de todo el mundo, en especial los del Consorcio de Macroecología de Hongos. Tras analizar muestras de suelo procedentes de 365 puntos distintos del planeta y con el fin de profundizar en la diversidad de los hongos, recientemente han publicado los resultados de un estudio encabezado por Leho Tedersoo, del Instituto de Ecología y Ciencias de la Tierra de Tartu, Estonia, en el que han participado 58 científicos de 36 universidades y centros de investigación de 24 países distintos. Un trabajo sin precedentes financiado principalmente por la UE y la Fundación de Ciencia de Estonia gracias al cual se han podido describir 80.486 especies nuevas. «Todavía no estamos en disposición de determinar cuál es el grado de riqueza fúngica existente, no tenemos ni idea de cuántas especies hay –explica Tedersoo–. Además de los hongos del suelo, están los que viven en los árboles, sobre las hojas de las plantas o en la superficie del agua, y estos últimos apenas han sido estudiados. La tarea acaba de empezar y eso es lo que afrontaremos en el futuro, para lo que nos resultará muy útil la metagenómica, que es el estudio de un conjunto de genomas, en nuestro caso edáficos (del suelo), a partir de la recolección de muestras.»
Sin duda se descubrirán nuevos hongos con capacidades asombrosas que podrán sernos de gran utilidad. Como dice Stamets, los necesitamos tanto para crear nuevos antibióticos como para descontaminar suelos y aguas, eliminar plagas, neutralizar neurotoxinas e incluso generar etanol a partir de la celulosa de los micelios. Infinitas y variadas razones para que, la próxima vez que vayamos al bosque, brindemos a los habitantes de este reino la debida consideración.

Fuente: http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/ng_magazine/reportajes/10068/hongos_habitantes_otro_reino.html#gallery-3

martes, 16 de junio de 2015

Ciencia



Bioluminiscencia

El océano, el mayor hábitat del mundo con diferencia, cubre más del 70% del planeta y su profundidad media es de 3.600 metros. Por su naturaleza extraña e inhóspita para nosotros los humanos, se mantiene relativamente inexplorado, en particular las vastas extensiones alejadas de los grandes caladeros, los arrecifes coralinos y los puntos de mayor actividad investigadora como son las chimeneas hidrotermales.
Esas grandes extensiones son las que interesan a Haddock, el director de la expedición. «Quiero mirar allí donde no mira nadie», me dice. En campañas anteriores, su equipo halló y describió por primera vez numerosas especies luminiscentes, entre ellas los famosos «bombarderos verdes», unos gusanos nadadores abisales que expulsan sacos de deslumbrante luz verde («bombas») cuando se sienten atacados.
Para explorar las regiones más profundas del océano, Haddock y sus colegas utilizan un vehículo dirigido por control remoto (ROV) capaz de capturar animales de movimientos lentos y llevarlos con vida a la superficie. Se trata de una recia estructura metálica, equipada con videocámaras, faros, sensores y cables, además de un par de brazos robóticos, un conjunto de recipientes de plástico transparente con tapa en los dos extremos y una espátula de cocina. ¿Una espátula de cocina?
«¿Para qué sirve?», pregunto, señalándola.
«Para escarbar en el lecho oceánico», aclara Haddock.
Son las siete de la mañana y el ROV está a punto de salir. Hombres con casco van y vienen, efectuando las últimas comprobaciones. Entonces, un enorme brazo metálico levanta el ROV de la cubierta del barco. A continuación, el suelo donde estaba apoyado se abre y revela un cuadrado de mar varios metros más abajo. El brazo metálico baja el ROV al agua y, un momento después, el vehículo desaparece bajo las olas.

Como lugar donde vivir, el océano presenta un par de peculiaridades. La primera es que en su mayor parte no ofrece rincones donde esconderse. Por eso, la invisibilidad es una gran ventaja. La segunda particularidad es que la luz del sol disminuye hasta desaparecer a medida que uno desciende. Lo primero que se pierde es la luz roja; después, las bandas amarilla y verde del espectro, dejando solo el azul. A unos 200 metros de profundidad el mar está sumido en una especie de penumbra perpetua, y hacia los 600 metros la luz azul también desaparece. Esto significa que la mayor parte del océano está sumido en la más completa oscuridad. De día y de noche. Todos esos factores combinados confieren a la luz una gran utilidad como arma, o como protección.
Consideremos el problema de la invisibilidad. En las capas superiores del océano, la parte donde penetra la luz, toda forma de vida que no logre mimetizarse de alguna manera con el agua se arriesga a ser descubierta por algún depredador, sobre todo por aquellos que la ven desde abajo.

Fuente: http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/ng_magazine/reportajes/9954/bioluminiscencia.html?_page=2

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Imagen editada con FOTOR

martes, 9 de junio de 2015

Historia






Sesostris III

El faraón que conquisto Numbia


Sesostris III quiso ir más lejos que sus predecesores y pacificar la Alta Nubia, al sur de la segunda catarata. Para lograrlo, a principios de su reinado el faraón impulsó la más importante obra civil nunca antes emprendida por Egipto: un canal navegable que permitiera a su flota bordear la segunda catarata. Dos inscripciones grabadas en los peñascos de la isla Sehel atestiguan que el canal, una vez construido, tenía 78 metros de longitud, diez de anchura y una profundidad de algo más de nueve, y que su nombre era «Bellos son los caminos de Khakaure por la eternidad» (Khakaure es el nombre de entronización de Sesostris). La estela aclara que el canal se excavó para que el rey «pueda seguir su camino, remontando el Nilo, para abatir al vil país de Kush», como se denominaba la Baja Nubia. 
Sesostris III organizó cuatro expediciones contra Nubia, y todo indica que las dirigió personalmente. Sobre las dos primeras, en los años 8 y 10 de su reinado, tenemos muy escasos datos. Una estela erigida en Semna, al sur de la segunda catarata, puntualiza que en el año 8, el faraón estableció allí la frontera meridional de Egipto, prohibiendo el paso a todo nubio que no dispusiera de autorización para comerciar con Egipto. La campaña del año 10, por su parte, está atestiguada por dos inscripciones grabadas en la roca, más de ochenta kilómetros al sur de Semna, en las que se dice que Sesostris había emprendido el camino del sur para rechazar a los kushitas. Es muy probable que su objetivo fuera reprimir un levantamiento de la gente de Kerma, región nubia muy beligerante. Las fuerzas egipcias debieron de regresar precipitadamente por el riesgo que suponía pasar con los barcos la segunda catarata con un nivel de agua muy bajo, según indica un escrito rupestre de Asuán, fechado en el segundo mes de la inundación de aquel año. 


Ciencia





La inteligencia de los delfines.



Los delfines son extraordinariamente locuaces. No solo emiten silbidos y chasquidos, sino también series de sonidos fuertes de banda ancha: ráfagas de sonidos pulsátiles para instruir a sus crías y ahuyentar a los tiburones. La ciencia siempre se ha preguntado qué significan todos esos sonidos, si es que significan algo. Lo lógico sería pensar que un animal de cerebro grande y naturaleza extremadamente social no desperdiciaría tanta energía en generar ruidos bajo las olas a no ser que esas vocalizaciones encierren algún tipo de contenido con significado. Pero después de 50 años de estudios, nadie ha logrado identi­ficar las unidades básicas de vocalización de los delfines ni sus mecanismos de combinación.
«Si consiguiéramos identificar una pauta que vincule vocalización y conducta, estaríamos ante un logro mayúsculo», afirma Kuczaj, quien a sus 64 años es prácticamente el científico del ramo que más artículos ha publicado sobre la cognición de los delfines. Cree que el trabajo que lleva a cabo en el RIMS con los delfines sincronizados podría ser la piedra de Rosetta que permitiría descifrar la comunicación de estos mamíferos, aunque añade: «La sofisticación de los delfines los hace fascinantes, pero también tremendamente difíciles de estudiar».
A pesar de todo lo anterior, no existen pruebas concluyentes de que los delfines posean algún tipo de lenguaje, y algunos científicos se confiesan exasperados ante una búsqueda tan perseverante como quijotesca. «Tampoco está demostrado que los delfines no puedan viajar en el tiempo, doblar cucharas con la mente y lanzar rayos láser por los espiráculos –escribe Justin Gregg, autor de Are Dolphins Really Smart? The Mammal Behind the Myth (¿Tan listos son los delfines? El mamífero del mito)–. Quienes postulan que los delfines tienen un idioma propio se prevalen de la omnipresente advertencia científica de que “hay mucho que no sabemos” para colarnos sus tesis.»
Pero donde Gregg ve 50 años de fracasos, Kuczaj y otros investigadores de renombre identifican una preponderancia de pruebas circunstanciales en las que se basan para creer que simplemente no se ha sabido estudiar el problema como es debido, con las herramientas adecuadas. Hasta hace unos diez años no existían audiograbadoras subacuáticas de alta frecuencia como las que utiliza Kuczaj para captar el espectro completo de las vocalizaciones que emiten los delfines, de igual modo que hasta hace un par de años no llegaron los nuevos algoritmos de extracción de datos que permiten hacer un análisis cabal de esos sonidos. En resumidas cuentas, la vocalización de los delfines es o uno de los grandes misterios por resolver de la ciencia o una de sus mayores quimeras.

Fuente: http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/ng_magazine/reportajes/10156/inteligencia_los_delfines.html?_page=2